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9.7.08

En Colombia ser sensato y ser apátrida son sinónimos. Ya sabíamos que criticar Uribe es pecado mortal en esta república bananera y que uno no tiene derecho a decir que el mesías tiene defectos sin que le caigan encima. Pero esto ya está llegando a niveles absurdos.

Ingrid Betancourt, ya por fuera del ambiente enrarecido que se respira en los mentideros de este país, afirmó dos cosas bastante sensatas: Uribe tiene que bajarle al odio y lo que dice Chávez resuena en las FARC. Después de un breve paso por la silla de la voz cantante, ahora la exsecuestrada es una traidora para los coros uribistas. Lo único que hizo fue decir que la realidad es más poderosa que la calentura del Presidente.

Hay que darse cuenta de lo que dicen los uribistas sobre Ingrid para darse cuenta de que ella tiene razón. El odio visceral y la total ausencia de sentido crítico —tan de moda desde la llegada del caudillo— no van a llevarnos a ninguna parte. El hecho de que el 91% de la población crea que un país se maneja con las tripas y que una democracia es como una finca ganadera, sólo demuestra una vez más lo que cualquiera concluiría después de leer un poco de historia: siempre debe suponerse que las mayorías colombianas están equivocadas, a menos de que se demuestre lo contrario. El problema, evidentemente, es que aquí no se lee.

Es que leer es importante para saber distinguir lo que se oye de lo que se escucha. Contrario a lo que muchos juzgan, Ingrid nunca dijo estar a favor de Chávez. Lo único que ella dijo es que las FARC escuchan al señor de junto, cosa que también dijo en su momento el futuro excanciller en medio del aplauso rabioso de la turba caudillista. Es una cuestión pragmática: Chávez es útil para desarmar a las FARC. Ergo, es mejor tenerlo cerca. No entiendo cómo la gente no puede entender un razonamiento tan simple. Ah, si: “Colombia es Pasión”.