Cuando uno rechaza el apoyo de quien con certeza le ayudaría es por dos razones. O porque ese apoyo al final no le conviene o porque no le importa tener éxito. Creo que el rechazo de Antanas Mockus a los "partidos tradicionales" y su preferencia por buscar una "alianza ciudadana" se debe a esas dos razones. Y también creo que esa forma de actuar le va a costar las elecciones del próximo 20 de junio.
En la rueda de prensa de 1 de junio, Mockus dijo que las alianzas lo llevarían a "desdibujar la identidad" del Partido Verde. De eso infiero que al candidato le importa más esa identidad que ganar la Presidencia. Es sencillo: con las alianzas –que son perfectamente legítimas y se hacen en todas partes– y los abstencionistas tiene más chance de ganar. Pero sin las alianzas está saltando al vacío, en un país donde la mitad de la gente nunca ha votado.
Es importante que Colombia cuente con un Partido Verde con voz, que defienda el ideario verde o al menos una versión liviana de éste. Pero no creo que esas ideas sean la prioridad de la famosa 'ola verde', en la cual espera apalancarse Mockus para construir su partido. La gasolina de esa 'ola' es la indignación que sentimos muchos colombianos todas las mañanas, cuando escuchamos por la radio o leemos en la prensa las denuncias de corrupción. Es una respuesta emocional contra los sinvergüenzas que, según creemos, se tomaron el país y es una esperanza de que Mockus cambie eso desde la Presidencia. La ecología y la defensa del medio ambiente, para la inmensa mayoría de nosotros, no es lo más importante.
Por eso creo que Antanas Mockus está calculando mal. Por un lado, no es justo que quiera darle fuerza al ideario verde con sus tres millones de electores, los cuales congregó con la consigna de "no todo vale" y no defendiendo políticas ecologistas. Por otro lado, lo que por agua viene por agua se va. Algún otro candidato puede recoger las banderas contra la corrupción y cambiar el color de la ola. O, simplemente, la emoción puede apagarse y la 'ola verde' puede terminar tan explosivamente como empezó.
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3.6.10
Antanas Mockus no quiere ganar las elecciones
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Política,
Sociedad colombiana
31.5.10
Las elecciones según mi abuela
Doña Beatriz tiene 77 años, cinco hijos y tres preinfartos encima. En los cuarentas fue desplazada de su tierra prometida, donde "había que dejar podrir la fruta", por los 'chulavitas' conservadores. Siempre votó liberal, hasta 2002. Entonces votó por Uribe, le daba miedo perder su finca.
Como buena abuela, ama al Presidente. Dice que es "muy lindo" y que "parece un chino juicioso". Si me preguntan, ella ve en su Uribe al nieto abogado, granjero y con cara de bueno que nunca tuvo.
Doña Beatriz se acuesta viendo a Duque Linares y me llama cada vez que está viendo algo que le interesa. "Mijo, mire que en el canal siete están diciendo que el diente de león es buenísimo para la calvicie", me dijo alguna vez. Ella no se preocupa por hacerse preguntas. O eso creía yo.
Iba a votar por Santos, pero dice que el candidato "tiene su volqueta detrás, todo lo de él es Uribe". Por eso me dijo que no lo hizo. De Pardo, el candidato del que fuera su partido por más de 50 años, dice que "se ve como si estuviera enfermo". Se tocó la comisura de sus ojos y me dijo: "En esta parte como que se parece a mí, que ando tan enferma". Petro, dice, "es brillante", pero "no quiere al Presidente y no".
Cuando le dije que había votado por Mockus, hizo cara de retrasada mental. Estoy seguro de que lo que no me dijo fue: "Ay mijo, perdió su voto". "Al menos, se ve que ese señor no roba", atinó a responderme. Pero, dicho eso, volvió a hacer su cara. Yo le agradecí en silencio, no quería discutir mucho.
Acto seguido, me dijo la verdadera razón por la cual no votó por el candidato de la U. "En esa última presentación todos los demás se le fueron encima. Se nota que es un corrupto", me dijo refiriéndose al debate del viernes. No sabía que doña Beatriz se trasnochara por la política.
Luego me contó por quién había sido su voto. "Vargas Lleras es el único de esos que tiene cara de presidente", me dijo.
No me ha contado por quién va a votar en la segunda vuelta. Espero tener un margen para convencerla de que no vote por el candidato de la volqueta.
Como buena abuela, ama al Presidente. Dice que es "muy lindo" y que "parece un chino juicioso". Si me preguntan, ella ve en su Uribe al nieto abogado, granjero y con cara de bueno que nunca tuvo.
Doña Beatriz se acuesta viendo a Duque Linares y me llama cada vez que está viendo algo que le interesa. "Mijo, mire que en el canal siete están diciendo que el diente de león es buenísimo para la calvicie", me dijo alguna vez. Ella no se preocupa por hacerse preguntas. O eso creía yo.
Iba a votar por Santos, pero dice que el candidato "tiene su volqueta detrás, todo lo de él es Uribe". Por eso me dijo que no lo hizo. De Pardo, el candidato del que fuera su partido por más de 50 años, dice que "se ve como si estuviera enfermo". Se tocó la comisura de sus ojos y me dijo: "En esta parte como que se parece a mí, que ando tan enferma". Petro, dice, "es brillante", pero "no quiere al Presidente y no".
Cuando le dije que había votado por Mockus, hizo cara de retrasada mental. Estoy seguro de que lo que no me dijo fue: "Ay mijo, perdió su voto". "Al menos, se ve que ese señor no roba", atinó a responderme. Pero, dicho eso, volvió a hacer su cara. Yo le agradecí en silencio, no quería discutir mucho.
Acto seguido, me dijo la verdadera razón por la cual no votó por el candidato de la U. "En esa última presentación todos los demás se le fueron encima. Se nota que es un corrupto", me dijo refiriéndose al debate del viernes. No sabía que doña Beatriz se trasnochara por la política.
Luego me contó por quién había sido su voto. "Vargas Lleras es el único de esos que tiene cara de presidente", me dijo.
No me ha contado por quién va a votar en la segunda vuelta. Espero tener un margen para convencerla de que no vote por el candidato de la volqueta.
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13.5.10
¿En fila india?
Lo que Antanas Mockus quiere hacer, en el fondo, es articular la conciencia moral, la cultura y la ley colombianas. Decir que "no todo vale" tiene consecuencias a varios niveles. Distingue entre acciones que "valen" y acciones que "no valen"; pero más importante, crea una categoría delimitada por la ética o la moralidad, la ley y la cultura.
La pregunta crucial aquí es: ¿qué características tienen las cosas que "valen" y no tienen las cosas que "no valen"? Estamos inclinados a creer que debatir en franca lid con quienes piensan diferente "vale", pero "no vale" intervenir sus teléfonos y hacerles seguimientos a sus hijos. ¿Por qué?
Lo que yo creo es que las acciones que "valen" son las que no son reprobadas ni por la cultura, ni por la ley, ni por la ética o la moral. Las que "no valen" son las que son reprochadas por alguno de estos sistemas. Pero el problema radica en que "valer" o "no valer" no es un sedazo confiable para pasar a la sociedad por él. ¿Por qué?
Lo que "vale" para un católico derechista "no vale" para un activista LGBT de izquierda, por poner un ejemplo. El matrimonio entre homosexuales es un exabrupto moral para el primero, y una obligación ética para el segundo. Así pasa con casi todas las cosas. Con toda seguridad, a la derecha de Uribe las chuzadas "valen". No olvidemos que muchos colombianos creen (o creían hace unos años) que la Parapolítica es un avispero que no debió haberse alborotado.
Y eso está bien. La democracia debería darles espacio a todas las posiciones siempre y cuando estén enmarcadas en unos mínimos que garanticen que esas posiciones no se vuelvan contra la democracia. En otras palabras, cultura, moralidad y ley deben tener un espacio para que cada una marche por su propio camino. No es sano que anden en fila india.
Así las cosas, no creo que lo que quiere hacer Mockus se deba hacer. La obra maestra de la articulación entre la ley, la cultura y la ética o la moral es el totalitarismo. La ética y la cultura son más mutables que la ley, por lo que ésta última es la que se convertiría en rectora de las otras dos. El extremo de esa articulación es que todos los ciudadanos piensen lo mismo y rechacen las mismas cosas. Eso es meter la Ley unívoca, dictada y defendida por el Estado, donde antes estaba la conciencia moral y la cultura cotidiana de la gente, la forma en la que hace sus cosas todos los días.
Eso sería una dictadura de la ley. Una ley de mierda, como la colombiana. ¿Queremos eso?
La pregunta crucial aquí es: ¿qué características tienen las cosas que "valen" y no tienen las cosas que "no valen"? Estamos inclinados a creer que debatir en franca lid con quienes piensan diferente "vale", pero "no vale" intervenir sus teléfonos y hacerles seguimientos a sus hijos. ¿Por qué?
Lo que yo creo es que las acciones que "valen" son las que no son reprobadas ni por la cultura, ni por la ley, ni por la ética o la moral. Las que "no valen" son las que son reprochadas por alguno de estos sistemas. Pero el problema radica en que "valer" o "no valer" no es un sedazo confiable para pasar a la sociedad por él. ¿Por qué?
Lo que "vale" para un católico derechista "no vale" para un activista LGBT de izquierda, por poner un ejemplo. El matrimonio entre homosexuales es un exabrupto moral para el primero, y una obligación ética para el segundo. Así pasa con casi todas las cosas. Con toda seguridad, a la derecha de Uribe las chuzadas "valen". No olvidemos que muchos colombianos creen (o creían hace unos años) que la Parapolítica es un avispero que no debió haberse alborotado.
Y eso está bien. La democracia debería darles espacio a todas las posiciones siempre y cuando estén enmarcadas en unos mínimos que garanticen que esas posiciones no se vuelvan contra la democracia. En otras palabras, cultura, moralidad y ley deben tener un espacio para que cada una marche por su propio camino. No es sano que anden en fila india.
Así las cosas, no creo que lo que quiere hacer Mockus se deba hacer. La obra maestra de la articulación entre la ley, la cultura y la ética o la moral es el totalitarismo. La ética y la cultura son más mutables que la ley, por lo que ésta última es la que se convertiría en rectora de las otras dos. El extremo de esa articulación es que todos los ciudadanos piensen lo mismo y rechacen las mismas cosas. Eso es meter la Ley unívoca, dictada y defendida por el Estado, donde antes estaba la conciencia moral y la cultura cotidiana de la gente, la forma en la que hace sus cosas todos los días.
Eso sería una dictadura de la ley. Una ley de mierda, como la colombiana. ¿Queremos eso?
6.5.10
Desilusión vocacional
Sí, a todos nos pasa. Deseamos tanto algo que cuando ocurre nos desilusionamos. Y nos desilusionamos porque nuestras expectativas eran muy altas y la realidad no cabe en las fantasías de nadie.
Eso es más o menos lo que me está pasando con el oficio que con el que decidí casarme: el periodismo. Y digo casarme porque, en algún punto, hice una especie de juramento silencioso. Me juré ser periodista hasta que la muerte me llegara.
Uno en la Universidad cree que el oficio es más importante que los negocios, pero no es cierto. O mejor dicho, confunde un juicio de valor con una esperanza. Pero, ya lo dije, la realidad no cabe en las fantasías de nadie. Es mejor que todo el mundo lo sepa: los medios son, sobre todas las cosas, un negocio.
Eso explica muchas cosas.
Eso es más o menos lo que me está pasando con el oficio que con el que decidí casarme: el periodismo. Y digo casarme porque, en algún punto, hice una especie de juramento silencioso. Me juré ser periodista hasta que la muerte me llegara.
Uno en la Universidad cree que el oficio es más importante que los negocios, pero no es cierto. O mejor dicho, confunde un juicio de valor con una esperanza. Pero, ya lo dije, la realidad no cabe en las fantasías de nadie. Es mejor que todo el mundo lo sepa: los medios son, sobre todas las cosas, un negocio.
Eso explica muchas cosas.
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