Hay problemas técnicos. Haga clic aquí para poder leer la entrada. Gracias

4.5.08

Cuando me di cuenta de que ya no me ofendían las estupideces que dicen las reinitas de farándula de RCN, me preocupé. Me preocupé más cuando me di cuenta de que buscar el control y ponerme a ver alguna porquería se estaba convirtiendo en un acto inconsciente. Pero sólo dije basta cuando me di cuenta de que me estaba volviendo lento y baboso. Desde hoy, y hasta dentro de un mes, no veré televisión.

Me voy a perder un par de cosas que quisiera ver. El estreno de la temporada 19 de Los Simpsons y depronto un par de noticieros, por si surge un tsunami en medio del mar alebrestado que es la actualidad de este país. Pero el periodismo radial es mejor, tiene menos afán y menos cara de marrano. Además ya he visto suficientes muñecos amarillos en mi vida. De hecho, ayer me despedí de la caja idiota con una super dosis de siete horas de primera temporada. En inglés, con subtítulos y con un capítulo que —para mi sorpresa— no había visto nunca.

Pero, estoy seguro, valdrá la pena. Hay un par de pendientes en mi biblioteca que me miran con ojos de mendigo. Espero que merezcan más que unas monedas de mi tiempo. También estoy cansado de trabajar poco y de que no me rinda nada, de aplazar mis tareas para darme una perniciosa pausa de tres horas para ver tele antes de dormir. Además —y sobre todo—, mi tiempo libre se merece algo mejor que muchas medias horas de programación cuadriculada. Pasan mejores cosas en la vida real. Ojalá que las transmitan en vivo.